Sentada en su sillón,
mirando la televisión,
con una foto de su amor.
Él,
marido ejemplar,
con el que compartir el resto de sus días.
El que cualquiera desearía,
o tal vez no.
Pero para ella,
era el amor de su vida.
Él ya no está.
Ella lo sigue viendo cada noche,
a cualquier hora,
en cualquier recuerdo.
Ella nunca lo echó,
él nunca se marchó.
Y así quedó su amor,
implacable.
Intacto en el tiempo,
y en su corazón.
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